miércoles, 13 de junio de 2012

“Vino que como un Éufrates patriarcal y profundo, vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.” Jorge Luis Borges


M 0001 Tigris – Éufrates

Entre el humo y la neblina, a orillas del Tigris,
que es uno de los ríos del tiempo,
y no lejos del rumor de la ribera del Éufrates,
que es también el río del cielo y de las viñas,
nació el dios del vino y lo cantaron y lo bebieron.
Servido en cuernos adornados con piedras y metales
el vino comenzó su amistad  con los hombres.
Después,  estuvo  con  los guerreros de Akalamdur
que lo vieron crecer y madurar y vivir.
Siempre fue bebido antes y después de las sangrientas batallas;
al llegar a Lagash, Nasir Pashá lo siguió cantando.

M 0002 En el vino del tiempo

El milagro de las uvas es anterior a cualquier otro milagro,
el primer viaje del vino es tan antiguo como algunas estrellas.
Las manos que cultivaron las sonrientes vides también se ocuparon
de los meditabundos olivos  y  otras plantas sobre la tierra generosa,
tierra que ha venido alimentando a la civilización y a la historia.
Entre el humo y la neblina comenzaron muchas cosas
y nosotros apenas  hemos cambiado en el vino del tiempo.

M 0003 La primera poeta

Fue una poeta y su nombre fue encontrado impreso en arcilla,
tablilla de barro donde algunos leyeron el nombre de Enjeduana.
Fue sacerdotisa y es probable que haya sido un sueño;
no es improbable que también haya sido virgen.
Las telarañas de la leyenda la habrán tejido cantando en un altar
donde la  diosa del amor ofrecía un cáliz. El vino
le dio palabras nuevas y la diosa las escuchó.
Eran ruegos que pasaron de la fugacidad a la súplica que perdura.
Luego de dos o tres copas,
flores fueron deseos y frutos las voluntades.


M 0004 El vino fue un sueño

Se cuenta que Noé fue el primer peluquero de las vides,
aunque se puede pensar que fue su mujer,
cuyo nombre no está en la Biblia,
la que inventó el vino de pura casualidad. 
Fue Naama y no  otra la que guardó las uvas del verano,
fruta olvidada que se puso a llorar hasta que se quedó dormida.
Después de un tiempo,  amaneció un licor que fue bebido en la
                                                                                                         noche
y se llenó de estrellas  hasta que las manos cantaron.
El vino fue un sueño, un canto,  un sentimiento
que fue dejado en un altar y  por amor fue  el día y fue la noche.
Hasta el día de hoy, el vino amanece en cada ofrenda.


M 0005 El reino del vino

En otros reinos más perdidos que los de Asiria,
tan legendarios como los reinos del Sol o de Gilgamesh,
el reino del vino es el único reino andante con joyas y palacios,
el que sabe de arcas y diluvios,
el que guarda los nombres de la nieve en la montaña,
el que tiene el enigma de poblaciones oscuras como Uruk,
el que sabe del magnetismo de ciudades luminosas como Nínive.
El vino es el único que puede prometer y cumplir
una vida más allá de la vida.



M 0006 A la sombra de las ánforas

Sigo siendo el vino a la sombra de las ánforas ofrecidas,  
en las lágrimas de Horus, en los pensamientos de Osiris;
por Ra me han bebido los faraones y me han deseado los esclavos.
Sigo siendo la envidia de los granados por mi jugo,
en la boca  de los cortesanos también me esperan los dátiles,
mientras yo pido sol, el sol  también me pide
y le llevo todo el Nilo que hay en  mí.



“Las gentes del Mediterráneo empezaron a emerger del barbarismo cuando aprendieron a cultivar el olivo y la vid.”
Tucídides

M 0007 Pájaros negros


Junto con otras cargas me llevan los navíos que vienen de Creta
y me quedo dormido en las bodegas del tiempo.
La arena, el viento y los dioses pueden esperar,
como lo han hecho las tumbas  que me guardaron.
Y aún me esperan los pájaros negros, los altos pájaros negros
que fueron los primeros que bebieron de mis uvas.


M 0008 Asurnasirpal II


Por otro lado, por Asurnasirpal II, fui el vino de las montañas
que él hizo esconder en una cueva. Por un oráculo
Sargón me encontró y nunca pudo librarse de mí.
Con otros poderes, por otros caminos, en otros carruajes
viajé con Nabuconodosor, cuya sed era de vastas dimensiones.
Todo comenzó en una modesta ceremonia
a la hora del pan y las estrellas.


M 0009 Babilonia

Cada viajero le debe al vino los jardines de Babilonia,
Paraíso que por estos días ha conocido las maldades del infierno.
Entonces, ya no quiero ser el vino, sino la lluvia.
De algún modo ya estamos en el desierto y este día puede ser el  
                                                                                                          último.
Me veo en la copa frente a la mano de alguien
que sabe lo que dice el Talmud: “No hay alegría sin vino
y por eso, me toma para siempre
con la gran sed de Babilonias abiertas a los jardines del silencio.







  “…y  no dañarás al vino ni al aceite.”
Apocalipsis 6, 6.

 M 0010 Lámpara de aceite
Otra voz ha encendido una lámpara de aceite y canta
el más alto cantar.  Esa voz habla de un vino aromatizado.
Yo no quisiera tanto perfume
si no puedo pasar por el Templo.
Si me tomas,  te pertenezco
porque miro con tus ojos, escucho con tus oídos y hablo con tu lengua.
                                                                                                     

M 0011 Hijas de Jerusalén

Es cierto, tus amores son mejores que yo,
es lo que se susurra en las tiendas de Quedar,
es lo que se comenta en los pabellones de Salmá.
¡Son tan hermosas las hijas de Jerusalén
que han descuidado mis viñas!


Mi 0012 Cantar en griego

Luego de otras lenguas, pasé a cantar en griego. Los siglos pasaron
y con el nombre de Dionysos  sigo al lado de los hombres.
Con Homero pude emborrachar al Cíclope;
después, a los pretendientes que perjudicaron a Penélope y a Ulises.
Sin embargo, no he olvidado a Telémaco
sirviéndome en una copa de oro
para que me tome su padre, disfrazado de mendigo entre señores.  
                                                                                             

M 0013 Una simple copa

Si alguien llama a tu puerta  y te pide ayuda,
no le prestes el sufrimiento de una piedra, menos,  un arco
con una flecha inoportuna; mucho menos, una violenta espada.
Ofrece en el umbral la amable silla, la tibia presencia del pan
y la gratitud de una copa que luego será memorable.
Cuida los movimientos de tus manos, son los movimientos de tu alma.
Que tus ojos estén libres de toda injuria, el mal movimiento
puede volver en una silenciosa piedra, en una flecha audaz
o en una segura espada.
Mas nunca olvides: quien se ofende, pierde.

M 0014 El poder del vino

      Además de ser el primer escritor deportivo del mundo clásico, Píndaro, que nació unos 500 años antes de Cristo en un barrio residencial de Tebas, ejerció con rigor el sacerdocio de la música y el sacerdocio de la poesía. Con ambos destinos, trabajó sus Olímpicas, Píticas e Himnos que aún perduran.  Sus ditirambos, que tenían el ingenio como para hacer sonreír hasta un cadáver, eran solicitados para las fiestas públicas; con mayor razón, sus trenos o lamentaciones en los funerales. Con la sola presencia de su talento, un banquete podía pasar a la historia. A propósito, Píndaro dice en uno de sus brindis:
Cuando preocupaciones y penas broten del corazón, naveguemos todos juntos sobre un océano de oro y aunque vayamos hacia orillas engañosas, disfrutemos del poder del vino,  gracias al cual los pobres se vuelven ricos y los ricos se  vuelven felices.”

M 0015  Las primeras odas

En la segunda oda, Anacreonte, le pide a Homero
una lira que no tenga las cuerdas teñidas con sangre.
En otra oda, pide los cantos de Píndaro
y antes de que brille la luz de Venus,
las dulzuras de Safo.
Es aquello que  Baco ha mezclado
para que el poeta haga esta pregunta:
¿para qué reservar estos perfumes para la piedra de la tumba?



Jóvenes griegos jugando al kottabos, pasatiempo que consistía en hacer girar recipientes y mantenerlos casi suspendidos en el aire.

M 0016 Qué es lo que queremos

Ya era viejo cuando en esa juventud dorada
el sabio Esopo me escribía sin sospechar
que su vino sería perdurable.
Por eso es bueno beber tranquilo
y no discutir cuando no vale la pena discutir.
Entonces, pregúntate qué quieres o qué es lo que queremos:
si uno quiere tener razón o si uno quiere ser feliz.


    “Una anciana encontró un recipiente vacío que había sido llenado con el mejor de los vinos y que aún retenía la fragancia de su antiguo contenido.
     Ella lo llevaba insaciablemente hacia su nariz y acercándolo y alejándolo exclamaba:
      -¡Qué delicioso aroma! ¡Qué maravilloso debió haber sido el vino que dejó en esta vasija tan encantador perfume.
Moraleja: La memoria de todo lo bueno es perdurable.”

                    De La anciana y el recipiente de vino de Esopo                                                                                                              
          
    Bebamos tranquilos, con la paz de una bodega y sin ningún apuro, con la calma de una viña. Bebamos casi en silencio, como lo ha bebido los hombres sabios. Bebamos con unción y si es posible, en estado de tranquila sombra o mucho más atrás, en estado de Anacreonte, con bellas canciones en la lira y con bella lentitud en la copa.

      “El vino y la miel son cosas maravillosamente apropiadas para el hombre si, en salud como en enfermedad, se lo administra oportunamente y justa medida, según la constitución individual.”

   Hipócrates (Isla de Cos, 460 a C – Tesalia, 370 a C)


EL VINO ENTRE AFRODITA Y EROS

A Wenceslao Maldonado

    Vino oscuro, hijo de la lluvia y del olvido, padre del teatro y de las tragedias. Padrino de otros hijos y de otros recuerdos. El vino mancha cuando firma y deja su sello indeleble como un padre lo deja en su descendencia.

    Dice Asclepíades de Samos: “El vino es prueba del amor.”

    Posílipo de Pela escribe en su Brindis Poético:

“Por Nano y por Lide, sirve dos veces,
Y también por el amigo de los amantes
Mimnermo, y por el prudente Antímaco.
Prepara una quinta vuelta por mí. Y a la sexta,
Heliodoro, dí: “por el que tiene la suerte de amar”.
La séptima por Hesíodo: dí que la octava es por Homero.
La novena por las Musas, la décima por Mnemosine.
Me tomo el vaso lleno hasta el tope. Cipris: el resto, los Amores…
(sobrio o borracho, no soy demasiado desagradecido)”


    Estratón de Sardes, para no ser menos que Asclepíades y que Posílipo, dice de los efectos de la borrachera:


“Ya es demasiado lo que bebí: es que el equilibrio
de la cabeza y de la lengua  me soltó.
La lámpara se dividió en dos llamas y cuento el doble
de invitados, a pesar de que me esfuerzo una y otra vez,.
Es que no sólo me he agitado por el que sirve el vino,
sino que estoy viendo también,
fuera de estación, al que sirve el agua.”


 M 0017 Hijo de la lluvia

Canto, soy hijo de la lluvia pero no del olvido,
canto, abro las memorias y suelto los recuerdos
y para el bien o para el mal, mancho cuando firmo.
Canto cuando soy puro y tengo hijos y he vivido
entre las cariátides y las columnas de Pericles.
He pasado cantando por las cráteras,
por los odres de piel de cabra,
y por los monólogos de Dionysos
que después pasaron a ser diálogos.
Hago mi teatro entre dioses y semidioses,
fui y sigo siendo testigo del nacimiento del teatro.

                                                                                            “Donde no hay vino no hay amor
                                                                                                                   Eurípides (Salamina, 485 a C - 406 a C)

 M 0018 Copas y libros

Estuve y sigo estando en la copa y en los libros,
fui uno de los comensales del banquete platónici.
Agatón era el dueño de casa y me probaron las gargantas
de Aristodemo y Pausanias. Sócrates me miró de lejos
y la copa pasó de mano en mano. Conocí de cerca
la cara de Aristófanes y estuve en  boca de Platón
por donde salieron estas palabras:  “Beban –decía- 
que de verdad el vino es un buen caballo para la ruta,
mientras que los que van a pie toman la senda
llena de piedras que los conduce a la morada de los muertos.” 


Aristóteles

 M 0019 Las Cuatro Causas

Soy la noche y camino con los pies de la noche
por la causa formal de mi cansancio: 
el pan de la jornada;
camino con los pies de la noche
para llegar a la causa material de mi lecho:
el reposo del cuerpo;
camino con los pies de la noche
para la causa eficiente de mis sueños: 
el trabajo del alma;
camino con los pies de la noche
por la causa final del laberinto: 
el último vino y el primer abismo.                                                                                      

     Todos los poetas tuvieron la obligación de cantarle al vino. Eso fue lo que hizo con una sola palabra Teócrito, (Siracusa, 310 ad C – 260 ad C) el poeta pastoril nacido en la naturaleza de Sicilia y educado para la inteligencia de Alejandría, cuando llamó venerable al vino de más de cuatro años de edad. Por otro lado, en tiempos del emperador Vespasiano, Plinio el Viejo, un militar retirado que se dedicó al ejercicio de las letras y las ciencias naturales, con sólo tres  palabras escribió un aforismo que nunca perdería actualidad: in vino veritas.

M 0020  Ser ofrecido

Aquí estoy, aquí sigo
“Para los peces agua, para el pescado, vino”.
Nací para ser vino y moriré para ser ofrecido,
los dioses me han preparado para  el sacrificio.


M 0021 En aquellos tiempos

En aquellos tiempos ya eran cinco los motivos para respirarme y beberme:

-La llegada de un amigo.  -La sed del momento. -La sed futura. -La bondad del vino. -Y cualquier otra causa, fuera o no aristotélica. 



OVIDIO
“Con suficiente vino, a las penas
y a las preocupaciones les crecen alas.”
Publius Ovidius Naso
(Sulmona, 43 a C - Tomis 17 d C)

  

M 0022 Elevados en soledad

A cultivar la viña enseña Virgilio, elevado en soledad. Aconseja que las cabras no se coman las hojas tiernas de las vides, cuyos racimos servirán a Baco. Horacio, en cambio, cultiva a los vivos y a los muertos y le pide a Varo que en sus tierras y antes que nada,  plante  una viña.  
                                    
M 0023 Vino impuro

Heráclito, como al pasar, habló del alma húmeda turbada por el vino impuro.
-No son siempre flores las que recibo.-
Menos mal que Eurípides,  autor de Las Bacantes,
quería ver el vino siempre cerca del  amor.
Dicho sea de paso, Ovidio en el vino  pudo ver un ave
que  atraviesa el alma llevándose las penas.


Sirena de las vides, viñeta de Alejandro Margulis

M 0024 Gracias al vino

Ya en las calendas de Marcial se bebían los nombres,
una copa por cada letra. Séneca seis copas,
el fue quien dijo que el vino lavaba las tristezas.
Ya en el nuevo milenio Luciano di Samosata, gracias al vino,
pudo ejercer la literatura erótica y se acordó de las sirenas
mitad mujer y mitad parra y con un sabroso racimo.


 M 0025 Civilización del vino

Todo pertenecemos  a la civilización del pan y del vino;
desde las Bodas de Caná hasta la Última Cena.   El vino
ha pasado, por los odres viejos y nuevos de San Lucas,
y  por San Agustín,  sabio en su medida,  riega la ciudad de Dios.


Para la filosofía de los persas, el vino es uno de los símbolos
de la sabiduría humana, junto al agua, la leche y la miel.

No en vano, Santo Tomás apóstol también lo pensó: beber para creer.


El más renombrado de los persas, Omar Khayyám, veía en el rojo vino una metáfora de nuestra vida. El se conformaba con tener algo de vino para beber, un buen libro para leer y un interlocutor válido. (Concepto que  Fitzgerald traduce  así:  “A Flask  of Wine,  a Book of Verse –and Thou”.)

 “Hacia 1854 le prestan una colección manuscrita de las composiciones de Umar, hecha sin otra ley que el orden alfabético de las rimas; Fitzgerald vierte alguna al latín y entrevé la posibilidad de tejer con ellas un libro continuo y orgánico en cuyo principio estén las imágenes de la mañana, de la rosa y del ruiseñor, y al fin, las de la noche y la sepultura. A ese propósito improbable y aun inverosímil, Fitzgerald consagra su vida de hombre indolente, solitario y maniático. En 1859 publica una primera versión de Rubaiyat, a la que le siguen otras, ricas en variaciones y escrúpulos. Un milagro acontece: de la fortuita conjunción de un astrónomo persa que condescendió a la poesía, de un inglés excéntrico que recorre, tal vez sin entenderlos del todo, libros orientales e hispánicos, surge un extraordinario poeta, que no se parece a los dos. Swinburne escribe que Fitzgerald “ha dado a Omar Khayyám un sitio perpetuo entre los mayores poetas de Inglaterra”, y Chesterton, sensible a lo romántico y a lo clásico de ese libro sin par, observa que a la vez hay en él “una melodía que se escapa y una inscripción que dura”. Algunos críticos entienden que el Omar de Fitzgerald es, de hecho, un poema inglés con alusiones persas; Fitzgerald interpoló, afinó e inventó, pero sus Rubaiyat parecen exigir de nosotros que las leamos como persas y antiguas."
"Toda colaboración es misteriosa. Ésta del inglés y del persa lo fue más que ninguna, porque eran muy distintos los dos y acaso en vida no hubieran trabado amistad y la muerte y las vicisitudes y el tiempo sirvieron para que uno supiera del otro y fueran  un solo poeta.”

De El enigma de Edward Fitzgerald de Otras Inquisiciones
de Jorge Luis Borges


“Whether as Naishapur or Babylon,

Ya en Babilonia (en la viña) o en Naishapur (mi cuna),

Whether the Cup with sweet o bitter run

 de dulce o amargo licor te ofrezco esta Copa,

The Wine of Life keeps oozing drop by drop,

el Vino de la Vida  te brindará una que otra gota,

The Leaves of Life keep falling one by one.

 como las Vivientes Hojas que irán cayendo una a una.”



Omar Khayyám (Naishapur, ¿1040-48 1121-31?)

         

Rubáiyát of Omar Kahayyám no es un libro fácil. Sus cuartetas fueros traducidas y varias veces modificadas por Edward Fitzgerald (Reino Unido, 1809 – 1883). Ésta, por ejemplo, que habla de Naishapur, su pueblo natal, la he traducido a nuestro idioma respetando la rima, no así esta otra  que está hacia el final del misterioso libro: “Como desconocemos el mañana, tratemos de ser felices hoy.  Sírvete vino del cántaro y brinda a la luz de la luna; quizás mañana entre los jardines la luna te busque en vano.”



La mejor Rubaiyat,  o acaso, una de las mejores, es aquella donde Khayyám le pide al Señor misericordioso:                                                            Que cuide de sus manos que acariciarán la copa; y que cuide de sus pies que lo ayudarán llegar hasta la taberna.



“E perché meno ammiri la parola,

guarda il calor del sol che si fa vino,

giunto a l’omor  che de la vite cola.”

Dante Alighieri



M 0027 Dante purificado


Unos de los vinos más luminosos

está en el Canto XXV del Purgatorio,

donde Dante purificado escribe para Dante

porque  ha encontrado en el vino

el sol que pasó por la vid

y que se quedó a brindar en la Divina Comedia.
M 0028 Las Mil Noches

El vino, nadie lo ha olvidado, es una larga noche.
Es también Aladino, el mago y el astrólogo que viene del África.
Es el rubí y la sangre de los rubíes,
es la sonrisa de un Sultán y el fuego de una princesa.
El vino es como Las Mil Noches y Una Noche Más, una historia
que puede ocurrir en Egipto, en Persia, en India o en China.
El vino se ha quedado en un libro
para que venga alguien y lo libere. Y el libro puede contener
una rosa, un amanecer o las más antiguas estrellas.
Reflejadas en una bandeja,  las bellas palabras
brillan como joyas. Por sus copas,
al vino nadie lo olvida, es una noche y es también un día.
Un día donde el agua es de oro,
donde la vid es la que habla
y un pájaro es el que cuenta y el que canta.

EDICTO IMPERIAL de CHENG  TSUNG  (998 – 1022 dd C)

 La porcelana y el vino son y serán atributos imperiales. Esto no impide a Cheng Tsung querer compartir su uso exclusivo con los poetas y los calígrafos del Imperio.”



M 0029 Shiraz: Syrah


El otro persa fue Hafiz, el poeta de Shiraz,
la ciudad de las rosas y de las alfombras:
¡Oh Hafiz! Sé el adorno de este banquete
y sirve a tus invitados el vino puro de tus poemas.”





“Y en el invierno,
cuando saques el vino,
trata de encontrar en tu corazón
una canción para cada copa.”
De El profeta de Khalil Gibrán
(Becharre, Líbano, 1883 – New York, U.S.A. 1931)




M 0030 Tres posibilidades

Alimento, medicamento, veneno.”
Paracelso vio en el vino esas tres posibilidades;
luego, agregó: –Todo es cuestión de dosis.
M 0031 Epitafio
Por otros territorios, François Villon, el más sublime
de los atorrantes franceses, allá por el 1460, le dedicó al vino
su epitafio,  al que con cierta prudencia, llamó Balada Final:
                                          
“Príncipe y gentil, póstumo halago
sepan lo que él hizo al marcharse:
de vino tinto bebió un trago,
a la hora final de  mudarse.”


M 0032 Sed de más vino

Es probable que la vida sea como el Beaujolais que estamos probando;
y no es improbable que la muerte sea como la botella vacía que se ha quedado con sed de más vino.
“- Señores, bueno será que probemos el vino de este hombre honrado; tal vez sea tan sabroso que no nos arrepintamos de haberlo catado.”


De La respuesta del panadero –Jornada Sexta-
del Decamerón de Giovanni Boccaccio



M 0033 Por mayor y por menor
Rabelais, escritor mayorista, dejó esta frase
para el lector  minorista:
No hay hombre noble que aborrezca el vino.”
Rabelais, padre de Gargantúa y Pantagruel”
a la criatura que recién ha nacido le hace decir:  “A beber, a beber.”

M 0034 No me apuren

Pónganse en mi lugar,  como buen vino para el mundo he nacido
Soy apenas un adolescente y no sé nada del mundo.
Esperen un poco, todavía no me bauticen.

 Allá se lo hayan con sus opiniones y leyes caballerescas nuestros amos, y coman lo que ellos mandaren; fiambreras traigo, y esta bota colgando del arzón de la silla, por sí o por no; y es tan  devota mía y quiérola tanto, que pocos ratos se pasan sin que la dé mil besos y mil abrazos. Y diciendo esto, se la puso en las manos a Sancho, el cual, empinándola, puesta a la boca, estuvo mirando las estrellas un cuarto de hora, y en acabando de beber, dejó caer la cabeza a un lado, y dando un gran suspiro, dijo: ¡Oh hi de puta, bellaco, y cómo es católico! ¿Veis ahí, dijo el del Bosque en oyendo el hideputa de Sancho,  cómo habéis alabado este vino llamándole hi de puta? Digo, respondió Sancho,  que confieso que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle.” (...)
Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque, con el discreto, nuevo y suave coloquio que pasó entre los dos escuderos)  
2ª Parte del Quijote de la Mancha, Cap. XIII de don Miguel de Cervantes Saavedra

M 0035 Como un Señor
Ser un líquido personaje tiene ventajas y desventajas.
una desventaja es el envase, que es el cuerpo y no es el alma.
Una ventaja del personaje: poder actuar como si fuera otro.
Muchas veces, he dejado de ser un vino para ser un perfume,
y otras,  dejé de ser un villano para actuar como un Señor.         
España, no apartes de mí este cáliz
si en él está el vino de Lope de Vega: 
"No temo al poderoso
ni al rico lisonjero,
ni soy camaleón del que gobierna,
ni me tiene envidioso
la ambición y el deseo
de ajena gloria ni de eterna fama;
carne sabrosa y tierna,
vino aromatizado,
pan blanco cada día,
en prado, en fuente fría,
halla un pastor con hambre fatigado,
que el grande y el pequeño
somos iguales lo que dura el sueño."

M 0036 Vino Nuestro
Vino Nuestro que estás en la Tierra,
mineral sonriente, temblor y campanario.
La alegría de las uvas te ha iluminado,
la oración de las vides ha inspirado a los fermentos,
la buena onda ha llegado a la bodega, 
hay paz de monasterios, secretos de llaves, rezos de monjes.
Cantan los toneles aquellos cantos gregorianos, 
por los túneles corre el eco sagrado del latín. Trabajan 
los alquimistas en los aromas, los poetas en el verso; 
desde las catedrales y los museos llegan ángeles invisibles 
y todo por ese líquido del mundo que otros llaman un vinito.
España,  vuelve a llenar el cáliz
con el vino de Calderón de la Barca:
“Nadie desconfíe.
Nadie desespere.
Que con este Pan y este Vino
las llamas se apagan,
las fieras se vencen,
las penas se abrevian,
las culpas se absuelven.”

M 0037 El vino en la boca
El vino es la boca nos pide poesía
y entre otras cosas, podemos decirle Babilonia y religión.
Al nombrar religión, tiene en la lengua la saliva de la historia;
al pronunciar religión, leyendas, perfumes y campanas.
Además, en el Evangelio hay un par de hechos puntuales
que por ser conmovedoramente bellos
deberían ser absolutamente ciertos:
el milagro de haber convertido el agua en vino;
y haber tomado el cáliz para decir:
Esta es mi sangre, sangre que será derramada por vosotros…”

España, pon el cáliz un poco del vino de Quevedo:
"Para conservar la salud
y cobrarla si se pierde,
conviene alargar en todo
y en todas maneras el uso del beber vino,
por ser, con moderación,
el mejor vehículo del alimento
y la más eficaz de las medicinas."
M 0038 El vino manda
Por la vieja vid las uvas son siempre jóvenes; por las uvas, el vino manda y  recomienda:
la exuberancia, sólo en la biblioteca; la gula, sólo en la cocina; la  lujuria, sólo en el dormitorio; 
sólo en el dormitorio; la soberbia, sólo y bien guardada en la bodega.
M 0039 Vino acompañado
Venga el vino en las buenas
venga el vino en las malas,
bien se quede o bien se vaya,
el vino siempre  acompaña.
  M 0040 Refranes españoles
"Con el pez, vino de Jerez;
con la morcilla, vino de Montilla
y antes de comer,
unas cañitas de manzanilla." 
"Vino, amigo, aceite y tocino,
son los mejores los más antiguos.
"Tres cosas en el vino has de considerar:
espejo, olor y paladar." 
"El vino que salte, el queso que llore y el pan que cante." 
Dicen que del cielo vino
la semilla de la cepa;
y siendo el vino divino,
bebamos mientras nos sepa." 
"Mare, encienda usté la lú,
que traigo una borrachera
que a Dios le digo de tú.
DEL VINO COLONIAL AL VINO DE LA PATRIA
 
Los historiadores locales todavía no se han puesto de acuerdo dónde y cuándo se elaboró 
el primer vino en Buenos Aires. Si sabemos, por los envases encontrados en las excavaciones, 
como eran los vinos que llegaban de Europa. Por viejos planos fundacionales, también hay indicios que fue en tiempos de Garay que se destinó una tira de terreno fuera de la cuadrícula 
de la ciudad para plantar los primeros sarmientos. La tarea estuvo a cargo de personas 
meritorias, quienes siguieron de cerca el cultivo de las primeras vides porteñas que 
fructificaron en la suave barranca que está detrás de la actual embajada de Francia
 (Palacio Ortiz Basualdo) y que ocupa el último tramo de la actual avenida 9 de Julio hasta 
llegar al río, cuyas aguas nunca gozaron de la total confianza de nuestros primeros pobladores. 
El vino obtenido fue tan apreciado que sirvió para pagar sueldos, según testimonio de 
Sebastián Gaboto, insigne conquistador y célebre navegante.
  Las iglesias de las estancias jesuíticas de Córdoba
 
El primer trapiche en América, es decir, la herramienta mecánica para prensar las 
uvas, llega con las evangélicas y trabajadoras manos de los jesuitas. La primera noticia 
de la instalación de un trapiche en el territorio de lo que es hoy Argentina, se tiene en 
una de las estancias jesuíticas en la provincia de Córdoba, para ser más exacto, en 
Jesús María. Leamos lo que informa Antonio Cánovas del Castillo en su libro Historia 
General de España: “En 1599 los jesuitas se establecieron en Córdoba. En esta zona 
tuvieron tres estancias, destinadas a mantener la universidad: Jesús María, Santa 
Catalina y Alta Gracia.” Según la historiadora Virginia Carreño, la otra fuente de ingresos 
de los jesuítas era la cría y venta de mulas. Este negocio agropecuario llegó a tener tanto 
éxito, que en la ciudad de Buenos Aires los porteños con un grado de sarcasmo, a estas 
casas de altos estudios de Córdoba las llamaban "la universidad de las mulas".